Desde que en el año 1810 el inventor inglés Peter Durand patentara la primera lata de conserva, mucho evolucionaron tanto sus técnicas de fabricación como su diseño. Su éxito estuvo garantizado desde el primer momento gracias al incremento de la población urbana que va a provocar una demanda de comida barata, variada y de buena calidad que pudiera almacenarse en los hogares y evitara hacer la compra diaria. Si los países anglosajones y centroeuropeos se especializaron en el envasado de carne, Francia, Portugal y España destacaron en el ámbito de los productos del mar. En Galicia desde mediados del siglo XIX, ante la escasez de sardina en Francia y Cataluña, se desarrolla una industria conservera que conseguirá fama mundial comercializando sus productos en los países más desarrollados. Para competir en estos mercados no sólo hacía falta un buen producto sino que era necesario mejorar su diseño para hacerlas atrativas al consumidor. Buena prueba de esto los diseños de la antigua conservera Massó.

Archivo de Galicia. Santiago de Compostela. Fondo de la fábrica de conservas Massó Hermanos, S.A.